dimecres, 25 de maig del 2016

Biodiversidad: crecer y vivir en lo diverso




En nuestro huerto tenemos una pequeña (pero valiosa) muestra de la Naturaleza: tenemos diferentes hortalizas, verduras, plantas aromáticas e incluso frutas. Crecen juntas, cada una con sus ciclos, con sus necesidades, con sus propios anhelos (crecer, dar frutos, florecer...). También nos visitan diversos animales: insectos, arañas, pájaros, gatos...y en la misma medida, siendo muy diversos, conviven (o sobreviven) cada uno también con sus propias aspiraciones.

En el reino vegetal la cosa parece clara: hay infinidad de variedades, plantas y flores de todos los colores y aromas, de todo tamaño, de toda forma, de todo hábitat.

“¿Plantas que se alimentan de animales? ¡También!”
No parece que suponga un problema, incluso es necesario que exista esa diversidad, para enriquecimiento y subsistencia de la propia naturaleza. ¿Qué planta es “mejor” que otra? 

En el reino animal sucede lo mismo, hay todo tipo de animales, grandes, pequeños, mamíferos, ovíparos, hermafroditas, animales que viven en la tierra o debajo de ella, animales acuáticos e incluso anfibios (quizá los más “inconformistas”, junto con los pájaros). Nadie creo que conciba una vida sin diversidad vegetal ni animal, es una realidad perfectamente asumida por las personas sin cuestionarlo si quiera. E incluso nos gusta, nos maravilla, esa diversidad nos hace sentirnos más vivos.



En el reino ¿humano? la cosa cambió a lo largo de la historia sin saber muy bien el motivo. Nuestra percepción positiva de la diversidad vegetal sigue intacta y se mantiene enriquecedora. La percepción de nuestra especie frente al reino animal ya comienza a ser diferente: en base a nuestros gustos, miedos o intereses convertimos a ciertos animales en más deseables que otros. Ese filtro en principio no parece malo si se basase exclusivamente en gustos personales o riesgos reales. El problema es que sin darnos cuenta ni saber porqué, ciertos animales que no suponen amenaza alguna para nosotros los convertimos en “indeseables”. A mí me gusta más la belleza de una grácil ardilla que la de un huidizo grillo, pero es una opinión, una valoración subjetiva. ¿Qué animal es “mejor” que otro?

La forma de relacionarnos los diferentes individuos de nuestra especie también cambió en algún momento. En base a unas características, inicialmente externas (raza, discapacidad, aspecto, edad, sexo...) y posteriormente diversidades no tan evidentes a priori (lengua, creencias, afinidades, gustos, aspiraciones, sexualidad...) nuestra especie tiende a prejuzgar y convertir preferencias personales en motivo de segregación o desafecto. La diversidad de esa forma pasa de ser un valor positivo a convertirse en motivo de recelo. Es difícil entender porqué, si sucede lo mismo que con las plantas y los animales. Todo lo que vive es diverso. ¿Qué persona es “mejor” que otra?



En nuestro huerto todo es sencillo, natural, armonioso: Las plantas que cuidamos toda la comunidad educativa crecen y viven diversas, ajenas a todo prejuicio, tan sólo centradas en ser y dejar ser, sabiendo que se enriquecen unas a otras.

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